Convertirse en Beauvoir by Kate Kirkpatrick

Convertirse en Beauvoir by Kate Kirkpatrick

autor:Kate Kirkpatrick [Kirkpatrick, Kate]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Filosofía, Historia, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2020-02-29T16:00:00+00:00


Simone de Beauvoir y Nelson Algren en Chicago, en 1948.

Simone estaba agotada y probablemente deprimida: pasaba más tiempo durmiendo de lo que era habitual en ella. A veces salía a pasear y se acercaba hasta la abadía de Port-Royal, que estaba decorada con un poema «muy malo» de Racine en el que este alaba la naturaleza por su libertad, transparencia y veracidad, así como la «fecunda soledad» de aquel paisaje. Y además le escribió a Algren llevando puesto su anillo y usando el bolígrafo rojo que le había regalado. Habitualmente no llevaba anillos, le dijo, y sus amigos se habían dado cuenta: «Todo el mundo en París estaba muy sorprendido[34]».

En Saint-Lambert, a finales de mayo, releyó lo que había escrito en 1946 acerca de las mujeres —el material inicial de El segundo sexo— y pasó uno de esos días en que no entendía por qué una persona se molestaba en escribir algo[35]. Uno de esos días que se convirtió en unos cuantos, y el 6 de junio decidió que no podía llevar a cabo «el libro sobre las mujeres» hasta que hubiera escrito acerca de sus viajes. De modo que se dedicó a escribir América día a día y paulatinamente empezó a coger de nuevo el ritmo.

Las cartas de Beauvoir a Algren revelan muchas cosas sobre su vida cotidiana: qué estaba escribiendo, a quién veía en los cócteles de su editor, etc. Como Simone quería que Nelson aprendiera francés, incluía en las cartas algunos párrafos para que los tradujera: eran los mejores fragmentos, le decía para incentivarlo. Beauvoir le contó a Algren que el American Dilemma de Myrdal y las conversaciones con Richard Wright le habían inspirado su proyecto sobre las mujeres[36]. Ese libro, le dijo a Algren, le hizo empezar a pensar de nuevo en la obra que tenía planeado escribir sobre la situación de las mujeres: «Me gustaría escribir un libro tan importante como este tocho sobre los negros[37]». Beauvoir quería hacer por las mujeres lo que Myrdal había hecho por los afroamericanos, demostrando que el racismo y el sexismo estaban enraizados en las contingencias de la cultura y que, también en lo relativo a las mujeres, la gente se amparaba en coartadas.

Pero sus cartas hablaban poco de Sartre, y aún menos de Vanetti. En julio esta partió de Francia en barco, desde El Havre. La Vanetti dio otro ultimátum: si Beauvoir volvía a acercarse otra vez, se acababa todo. Sartre se sentía desgarrado, pero Beauvoir también estaba dividida; hacía dos meses que había vuelto a Francia, y desde entonces sentía una inquietud permanente. En julio, Nelson había dicho que deseaba que Simone se quedara en Chicago para siempre. El 23 de ese mismo mes ella le respondió que no podía. Lo amaba, pero no podía entregarle su vida. No quería mentirle, y le angustiaba la siguiente pregunta: «¿Es justo dar algo de uno mismo sin estar dispuesto a darlo todo?»[38]. Pasara lo que pasara, Simone sabía que no podía darle todo, y, aunque se sentía angustiada, deseaba aclarar las cosas.



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